
¿Existen empleados caraduras que no dan un palo al agua, o simplemente organizaciones y entornos en los que los procesos motivacionales no están adecuadamente gestionados y dirigidos a los objetivos que se pretenden y/o en los que los motivadores utilizados no motivan como debieran? Sobre estas disquisiciones ya profundizamos en ese artículo donde repartíamos responsabilidades entre jefes y empleados, pero la polémica parece no tener fin porque se trata de una cuestión ideológica, de fondo. Supongamos que soy un trabajador vago, caradura o simplemente indolente; o un ciclista con baja autoestima; o tal vez un joven sin ganas de estudiar. Seguro que para motivarme a mucha gente con sentido común se le ocurre criticarme para bajarme la caradurez y conminarme a ser un trabajador responsable; seguro que me enseñan vídeos de Induráin ganando como el que no quiere la cosa para subirme la moral; y es probable que me hablen de un futuro gris en el caso de que no finalice mis estudios y que lo hacen por mi bien, eso sí, si encuentran un rato conmigo entre partida y partida de la Play y entre sesión y sesión de messenger.
Y todas estas medidas parecen razonables, aunque sea porque nos suenan mucho tanto por recibirlas como por aplicarlas, pero si por algún casual ninguna funcionara, ¿podría ser una idea alternativa intentar cambiar y adecuar el “ambiente” para hacerlo más motivador (en un sentido no simplista) para que el trabajador quiera trabajar, el ciclista quiera ganar y el estudiante quiera estudiar? Observar las condiciones laborales, deportivas y académicas en los que muchos ya tienen éxito y disfrutan con lo que hacen seguro que podría dar pistas. Sigamos haciendo responsables y castigando a las personas por no tener ganas de trabajar, de superarse o de obtener titulos. Criticar y moralizar es fácil, no cuesta esfuerzo y está bien visto: todo el mundo piensa que el que no hace algo es porque no quiere, así que si somos jefes, entrenadores o padres, nadie nos culpará por la desmotivación de aquellos que están bajo nuestra responsabilidad. ¿La motivación está dentro o está fuera? A la motivación le pasa como a esos barquitos metidos en botellas, que se disfruta mucho de verlos dentro pero a pocos nos importa la técnica, el tiempo y el esfuerzo dedicados a introducirlos.
La motivación presente o ausente es, efectivamente, la excusa perfecta para no hacer lo que hay que hacer en las organizaciones... pero que me dices de la "automotivación", esto ya es de traca, el discurso viene a decir contrata un trabajador "automotivado" y después te podrás dedicar a putearle todo lo que quieras que seguirá aportándote su granito de plusvalía.
ResponderEliminarBueno...leía el otro día declaraciones de Sastre en las que decía, que este año, por primera vez se habían dado unas circunstancias especiales. Aunque no era estrictamente el jefe de filas, si tenía liberdad de movimientos dentro de su equipo (habían creado unas condiciones válidas y motivantes para él) y que por primera vez, había aprendido a sufrir y disfrutar en la bici (internas). Así que...yo en mi línea gallega, la motivación está dentro y fuera. Imprescindible ambas. Aunque no escriba habitualmente, te sigo. Que lo sepas
ResponderEliminarRaquel
Hola ANONIMO/A,
ResponderEliminarcreo que una persona que ya entra motivada a una empresa, es decir, que cumplir objetivos y desarrollar su trabajo es algo que le interesa inicialmente, acabará desmotivada cuando no pueda cumplir los objetivos que se propone y cuando las tareas que constituyen su trabajo no le den la satisfacción acostumbrada.
Todos estamos "automotivados" en el sentido de que a priori, por nuestra educación y experiencias, a todos nos interesan unas cosas más que otras... Hasta que las condiciones cambian y nuestros intereses también no?
RAQUEL,
ResponderEliminaruna sorpresa y un placer verte por aquí haciendo posada en tu nueva ruta vital :-) Bonito y existencial blog el tuyo, lo seguiré, aunque a distancia, para dejarte espacio ;-)
La motivación es un factor un tanto confuso, no?, y centrar el debate cuesta. La clave del enigma creo que está en explicar por qué unas veces y en unas condiciones determinadas nos sentimos motivados y actuamos, y en otras no es así, a pesar de que "depende de nosotros".
¿No resulta curioso, al menos, que el ciclista, tras 20 años corriendo, haya "aprendido a sufrir y disfrutar en la bici" justo en un momento en el que la posibilidad de ganar el Tour es más posible que nunca?
Tal vez sintamos que nuestra motivación y nuestras ganas de hacer y de no hacer nos salen "de dentro", aprendemos a pensar que el barco siempre estuvo dentro de la botella.