Ayer leía que el 26% de los jóvenes bebe para encontrar pareja sexual, o sea, para ligar. En lugar de establecer una relación de causalidad tan directa creo que tal vez sería más ajustado describir el asunto diciendo que en un contexto de esparcimiento generalmente nocturno y con música es más probable que las personas lancen requiebros e invitaciones de tinte sexual cuando le están pegando al drinking. Otra cosa es que se tenga éxito, ni siquiera en una parte ínfima de los intentos. ¿No os preguntáis por qué la peña sigue tragando tanto humo, gastando tanta pasta y pasando domingos de resaca o frustración con tan pocas “garantías”? Como en el vídeo, algunas edades son mejores que otras, pero cuando el interés por el sexo, el ligoteo y por todo lo que le rodea disminuyen, ya sea porque se esté en pareja estable o porque el fracaso sea casi absoluto (o el éxito casi desconocido), la ingesta alcohólica y determinados tipos de “ocio relacional” también suelen reducirse drásticamente. Obviamente la existencia de intereses alternativos influye en esta ecuación, otras aficiones o motivaciones pueden resultar incompatibles o muy difíciles de sobrellevar con el exigente mamoneo de fin de semana, un inevitable choque de estilos de vida.
Pero volviendo al tema de los éxitos, uno se sorprende por la frecuencia y la intensidad de los esfuerzos, alcohol ingerido y puesta de largo incluidos, que se hacen una y otra vez con una motivación sexual directa o indirecta (mirar, ser vistos, fantasear con la posiblidad de rollito, o de "encontrar el amor") a pesar de los pocos resultados que suelen obtenerse. La psicología de la buena hace tiempo que explicó por qué seguimos intentándolo. La explicación técnica del asunto vendría a decir que la mayor parte de las cosas que hacemos están bajo una especie de programa de “reforzamiento intermitente”, es decir, sólo conseguimos lo que pretendemos muy de vez en cuando. Pensemos por ejemplo en los numerosos ensayos que necesita un vendedor para colocar su producto, en las veces que hemos tenido que leer un párrafo complejo para poderlo entender, o en la forma en que se reconoce nuestro trabajo por cuenta ajena, una vez al mes. Los “recursos humanos” somos tan productivos porque hacemos mucho por muy poco, y los humanos sin especificar somos capaces de aceptar y resistir innumerables decepciones gracias a esta particular forma en que funciona nuestra conducta. Los débiles psicológicamente son los hijos del reforzamiento continuo, aquellos que requieren atención, reconocimiento y éxito casi tras cada paso que dan, lo que les hace dependientes y de corto recorrido. También se dice de ellos que tienen poca “resistencia a la frustración”. Las mentes fuertes son aquellas que se han curtido en los fracasos y cuyo comportamiento y actitud requieren de poco estímulo para sobrevivir y crecer. Aunque a veces y en algunos casos haya que ayudar un poco.
Siempre me he fijado en ese escuálido perro que patrulla por cualquier chiringuito de playa mendigando un trozo de sardina en espeto o un calamarito perdido entre las sillas. Una y otra vez se acerca a las mesas y deambula a la búsqueda y captura de un bocado, lo intenta y lo intenta, e incluso recibe alguna patada o gesto despectivo. Al fin, al acercarse a una niña interesada en los andares de nuestro amigo el can, consigue de sus manos el preciado botín, tal vez un trozo de pan pringoso o de patatas a lo pobre, guarnición imprescindible de la rosada a la plancha, que serán su único E (éxito) tras una muy larga fila de F (fracasos). El perro del chiringuito no conoce el término “reforzamiento”, faltó ese día a clase; tampoco publicará artículo o comentario alguno en este blog sobre la importancia de la motivación, no tiene acceso a internet; y es más que probable que no llame a sus fracasos fracasos ni a sus éxitos éxitos, su vocabulario no da para más. Eso sí, algunas personas se ufanarán en afirmar que su esfuerzo incansable y su lucha por la supervivencia se deben a su “fuerza de voluntad” y a su “capacidad de superación”.
Menos mal que el perro no habla, así se libra de que lo hagamos responsable de su tenacidad, pero también de sus fracasos. Y es que cuando uno cree que la motivación es lo que ya está dentro de la botella, nunca presta atención a las condiciones que la hicieron entrar y que la crearon. Ah, ¿que tú pensabas que este artículo sólo iba de sexo? Siempre te quedarán estos otros…
Pero volviendo al tema de los éxitos, uno se sorprende por la frecuencia y la intensidad de los esfuerzos, alcohol ingerido y puesta de largo incluidos, que se hacen una y otra vez con una motivación sexual directa o indirecta (mirar, ser vistos, fantasear con la posiblidad de rollito, o de "encontrar el amor") a pesar de los pocos resultados que suelen obtenerse. La psicología de la buena hace tiempo que explicó por qué seguimos intentándolo. La explicación técnica del asunto vendría a decir que la mayor parte de las cosas que hacemos están bajo una especie de programa de “reforzamiento intermitente”, es decir, sólo conseguimos lo que pretendemos muy de vez en cuando. Pensemos por ejemplo en los numerosos ensayos que necesita un vendedor para colocar su producto, en las veces que hemos tenido que leer un párrafo complejo para poderlo entender, o en la forma en que se reconoce nuestro trabajo por cuenta ajena, una vez al mes. Los “recursos humanos” somos tan productivos porque hacemos mucho por muy poco, y los humanos sin especificar somos capaces de aceptar y resistir innumerables decepciones gracias a esta particular forma en que funciona nuestra conducta. Los débiles psicológicamente son los hijos del reforzamiento continuo, aquellos que requieren atención, reconocimiento y éxito casi tras cada paso que dan, lo que les hace dependientes y de corto recorrido. También se dice de ellos que tienen poca “resistencia a la frustración”. Las mentes fuertes son aquellas que se han curtido en los fracasos y cuyo comportamiento y actitud requieren de poco estímulo para sobrevivir y crecer. Aunque a veces y en algunos casos haya que ayudar un poco.
Siempre me he fijado en ese escuálido perro que patrulla por cualquier chiringuito de playa mendigando un trozo de sardina en espeto o un calamarito perdido entre las sillas. Una y otra vez se acerca a las mesas y deambula a la búsqueda y captura de un bocado, lo intenta y lo intenta, e incluso recibe alguna patada o gesto despectivo. Al fin, al acercarse a una niña interesada en los andares de nuestro amigo el can, consigue de sus manos el preciado botín, tal vez un trozo de pan pringoso o de patatas a lo pobre, guarnición imprescindible de la rosada a la plancha, que serán su único E (éxito) tras una muy larga fila de F (fracasos). El perro del chiringuito no conoce el término “reforzamiento”, faltó ese día a clase; tampoco publicará artículo o comentario alguno en este blog sobre la importancia de la motivación, no tiene acceso a internet; y es más que probable que no llame a sus fracasos fracasos ni a sus éxitos éxitos, su vocabulario no da para más. Eso sí, algunas personas se ufanarán en afirmar que su esfuerzo incansable y su lucha por la supervivencia se deben a su “fuerza de voluntad” y a su “capacidad de superación”.
Menos mal que el perro no habla, así se libra de que lo hagamos responsable de su tenacidad, pero también de sus fracasos. Y es que cuando uno cree que la motivación es lo que ya está dentro de la botella, nunca presta atención a las condiciones que la hicieron entrar y que la crearon. Ah, ¿que tú pensabas que este artículo sólo iba de sexo? Siempre te quedarán estos otros…
Excelente artículo.
ResponderEliminarY del reforzamiento al aprendizaje hay sólo un paso (o es el mismo paso?). ¿El perro terminará dirigiéndose primero a todas las niñas/os del chiringuito?
Otra cuestión: entonces ¿los fracasos no desmotivan?
Muchas veces el reforzamiento es un proces de aprendizakje continuo, o simplemente una de las etapas del aprendizaje. Dependerá de cada uno lo extensas que sean estas fases.
ResponderEliminarUn saludo
Bueno...creo que seguimos intentándolo porque no lo consideramos un fracaso.Dicen que Edison realizó más de 1000 intentos hasta que logró su primera bombilla. Cuando le preguntaron cómo pudo soportar 1000 fracasos, dijo..."perdone que le corrija. No he fracasado una sola vez. De hecho, ahora conozco mil maneras diferentes de no hacer una bombilla". Supongo que al final las palabras y el significado que le demos son relevantes. Disfrutar del camino y no de la meta, es otro elemento a tener en cuenta. Quizá el sexo, por seguir con tu ejemplo, sea la meta, pero la peña realmente se divierte por el camino.
ResponderEliminarUna vez más, Alfonso da en el clavo!
ResponderEliminarYo me quedo con la frase: "... la mayor parte de las cosas que hacemos están bajo una especie de programa de “reforzamiento intermitente”, es decir, sólo conseguimos lo que pretendemos muy de vez en cuando".
Este modelo de conducta no es ni bueno ni malo, simplemente "essssss" y, además, permite experimentalmente explicar acertadamente determinadas pautas de conducta (que me digan si esto no es científico!!!).
Ahora bien, si alguien se pregunta sobre el origen de dicho modelo de conducta, la explicación habría que hacerse en términos evolutivos. Razonemos por reducción al absurdo. Pensemos en una regla de conducta que implicara que un individuo de una especie determinada no experimentara con su entorno o con otros miembros de su especie (o de otra especie) por la posibilidad de "no tener éxito" o porque, cuando lo intentó una vez, cosechó un fracaso. En este caso, dicho individuo nunca más buscaría comida, nunca más exploraría nuevos territorios potencialmente mejores, nunca más intentaría buscar pareja para procrear, en definitiva ... "nunca mais". Dicho individuo no sólo moriría rápidamene sino que tampoco transmitiria a la descendencia de su especie esa pauta de comportamiento. Triste? No, c'est la vie!
Ahora bien, para que mi amigo Alfonso no se enfade, quiero aclarar que el que exista una explicación evolutiva para explicar el origen de una ley de conducta, no significa que cualquier conducta emitida por un individuo, pueda reducirse a una explicación del tipo "hace tal cosa porque es lo que le dictan sus genes". Tal explicación, además de ramplona, no aportaría nada científicamente. Por lo tanto, porque creo que existen pautas, reglas o leyes que gobiernan nuestra conducta (como la que ha dado pie a este comentario), la conducta humana puede ser estudiada y analizada desde un punto de vista científico. Son estas reglas de conducta las que la psicología (esa que Alfonso llama "psicología de la buena") debe sacar a la luz. El recurrir a la evolución para explicar su origen sólo permitirá aportar mayor evidencia a la validez de dichas leyes, que no es poco.
Amigos, estad atentos, no os dejéis engañar.
Un "saludo evolutivo".
Hola EMILCAVAN,
ResponderEliminarel proceso de reforzamiento es una herramienta muy poderosa de aprendizaje que no percibimos porque en la mayor parte de las ocasiones se produce con naturalidad. La probabilidad de las cosas que hacemos depende en gran parte de los resultados que obtenemos, aunque algunos se empeñan en simplicar o convertir o en describir como mecánico este proceso.
Por poner ejemplos muy sencillos, si miras a una persona y está te sonríe es más probable que sigas mirando; si estudias y obtienes buenos resultados, reconocimiento, cariño de tus padres, etc., es más probable que te guste estudiar; si piensas o imaginas algo que te hace sentir bien, tenderás a seguir haciéndolo¡
Eso sí, aunque el proceso de reforzamiento es fácil de explicar no siempre es tan sencillo de aplicar por parte de los demás y de uno mismo. Organizarse la vida cotidiana para que sea como nos gustaría conlleva autoconocimiento y ciertas habilidades¡ Algunas personas lo hacen con naturalidad, pero otras tienen que aprender, sobre todo cuando se trata de aspectos realmente importantes¡ :-)
Respecto a tus preguntas, si sólo son niñas las que alimentan al perro, ya sabes sobre qué tipo de personas estará siempre pendiente nuestro amigo, no? ;-) Pero normalmente serán todo tipo de perfiles los que le den sobras, por lo que el perro tenderá a generalizar, es decir, "todo humano que me mire y sonría es más probable que me dé de comer." La generalización es un proceso de aprendizaje también muy importante y frecuente...
Respecto a los fracasos, yo diría más bien que desaniman, pero si la persona continua intentándolo significa que sigue habiendo motivación, no? Ya sabes eso de que uno puede estar muy desanimado pero motivado, es decir, con motivos para seguir¡ :-)
Eso sí, por definición si una persona no obtiene algún éxito de vez en cuando, entonces un fracaso es suficiente para desmotivar, para que deje de intentarlo.
Gracias por tus sagaces reflexiones, aunque me picas y me dan ganas de seguir profundizando en estos temas ;-)
Hola JOSE LUIS,
ResponderEliminargracias por opinar. Creo que hay mucha confusión en el uso de conceptos como aprendizaje, reforzamiento, etc., qué te voy a contar.
Aprendizaje es algo genérico relativo a cómo los individuos se adaptan al medio. Reforzamiento es más una forma específica mediante la que se aprende, no?
RAQUEL,
ResponderEliminarqué bien que últimamente nos "vemos" mucho por aquí y por allí ;-)
Cuando uno va en busca de algo seguramente acaba disfrutando del camino, por supuesto, y esto es otra de las virtudes del reforzamiento BIEN APLICADO, que mientras uno estudia adecuadamente para aprobar exámenes, puede acabar también disfrutando de estudiar y de leer.
Por otro lado, en una situación o contexto determinado normalmente hay varias cosas que nos pueden interesar. Uno puede salir para conocer gente pero a la vez si va con buenos amigos, le gusta la cerveza, pasear, el cine o lo que sea, pues claro, va obteniendo placer de muchas cositas, aunque no obtenga todas las que quiere.
El concepto de fracaso que utilizo está relacionado con NO conseguir la finalidad última relativa a un comportamiento en concreto. Por ejemplo, si uno sale a comprarse un pantalón pero no encuentra nada que le guste, la conducta de salir a comprar un pantalón ha acabado en "fracaso", aunque otras cosas del paseo te hayan gustado.
Digamos que el reforzamiento intermitente describe el hecho de que de cada X veces que intentas comprar algo que te gusta, sólo lo consigues Y. Es tan natural la cosa que no nos damos cuenta... ;-)
ENRIQUE,
ResponderEliminarque se nos ve el plumero y se nota que somos amigos. Ay, las largas charlas adolescentes (y no tanto) de madrugada sobre psicología, ciencia y mamoneos varios que hemos tenido en esos sábados de pizzas y futbol en la tele con el amigo Sebastián, y a veces son el Luisito, el Ferre, el Moyita... (ande andarán algunos).
Qué te voy a decir que no sepas o que tu no digas¡ :-) También entiendo que la vida de cada persona es un proceso evolutivo en el que se van seleccionando unos comportamientos y no otros en función de las circunstancias en que cada uno vive.
Por eso a veces algunos aspectos de nuestras vidas, algunos comportamientos y pensamientos no son muy coherentes o racionales, porque de alguna forma no han sido planificados sino que son productos de nuestra adaptación consciente o no a la vida que vamos teniendo.
Bueno, lo dejo que me pongo existencialista. La moraleja del asunto es que si queremos mejorar algunas cosas de nuestra vida podemos hacerlo cambiando las condiciones en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos¡ :-)
Gracias por pasarte, amigo...