Escepticismo (270)

“El escepticismo –escribe Pirrón- no se atreve a definir nada”. Efectivamente, como no cree conocer los límites conceptuales de las cosas y definir es poner fines o términos (“determinar”), los escépticos ni afirman ni niegan, simplemente se encogen de hombros, haciendo de este gesto de insensibilidad la clave de la felicidad. Tanto es así que se contaba que Pirrón vio un día cómo su maestro, Anaxarco, caía en una balsa de aguan y braceaba desesperado. Pirrón, fiel a la enseñanza recibida de su maestro, se encogió de hombros y siguió su camino. Anaxarco finalmente se salvó y lo primero que hizo fue alabar la impasibilidad del alma de su discípulo.
En El café de Ocata.
Aunque me temo que la anécdota de Pirrón y Anaxarco la creó alguien bastante escéptico con el escepticismo.
ResponderEliminarGREGORIO,
ResponderEliminarla historia parece confundir escepticismo con indolencia con claro perjuicio para el primero.
Pero hombre, Anaxarco, aunque te muestres escéptico sobre el valor de la vida de Pirro o sobre la utilidad de intentar interferir en los supuestos designios divinos, qué te costaba sacarlo del agua, sin convicción eso sí¡ :-)
Estos filósofos... ;-) Agradable visita, Señor LURI.